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Por recortes a la financiación, la incertidumbre se apodera nuevamente de los refugiados nicaragüenses en Costa Rica

Historias

Por recortes a la financiación, la incertidumbre se apodera nuevamente de los refugiados nicaragüenses en Costa Rica

Debido a una marcada reducción de fondos, ACNUR y sus socios han tenido que recortar el apoyo que brindan a miles de personas nicaragüenses refugiadas y solicitantes de asilo en Costa Rica.
9 Mayo 2025 Disponible también en:
Una mujer sentada sobre una cama con sus cuatro hijos (dos niñas y dos niños). La familia sonríe a la cámara.

Lillian, junto a sus cuatro hijos, en el hogar familiar en Cartago, Costa Rica.

Caen gotas de lluvia sobre el techo de lámina de la pequeña casa de madera en la que vive Lillian. El ruido que producen es fuerte, pero las risas de sus hijos llenan el espacio. Aunque la vivienda es precaria, es el hogar de una familia refugiada.

Lillian, de 33 años, huyó de Nicaragua hace seis años, junto con su esposo y sus hijos. Las autoridades de Nicaragua reprimieron brutalmente las protestas que hubo en el país, que se paralizó con el cierre de las carreteras; al mismo tiempo, se multiplicaban los ataques contra la población civil. “Le dispararon a dos personas mientras corríamos para escapar de nuestra casa”, narró Lillian.

Ella y su familia cruzaron la frontera con Costa Rica a pie, sin saber con qué se encontrarían.

Con 5,1 millones de habitantes, Costa Rica ha dado acogida a más de 194.000 solicitantes de asilo de Nicaragua y a 9.216 personas nicaragüenses a las que se les ha reconocido la condición de refugiado. En otras palabras, en Costa Rica se encuentra más de la mitad de la población nicaragüense desplazada en todo el mundo.

Una red de apoyo

La comunidad de la ciudad  de Cartago, al sureste de San José, le dio la bienvenida a Lillian. Una profesora le ayudó a dar los primeros pasos para establecerse con su familia; además, el vecindario se convirtió en una importante red de apoyo. De cualquier forma, los desafíos eran inmensos.

Lillian supo de la existencia de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) a finales de 2024, por conducto de una amistad suya. La organización asiste a las personas nicaragüenses refugiadas y solicitantes de asilo para que puedan obtener documentación oficial, encontrar medios de vida y tener acceso a servicios esenciales.

Lillian visitó las oficinas de ACNUR junto con su esposo. Querían recibir orientación para disipar el sinfín de dudas que les quitaban el sueño: ¿qué hacer con los procedimientos legales?, ¿cómo aprovechar las ofertas de formación?, ¿cómo construir un futuro más estable para sus hijos? En los cuatro meses siguientes, el apoyo financiero que recibieron complementó lo poco que ganaba el esposo de Lillian en trabajos temporales en el sector restaurantero, de limpieza y de la construcción; esto les permitió pagar el alquiler, comprar alimentos y enviar a sus hijos a la escuela.

“No era solo una cuestión monetaria, sino la forma en que nos trataban. Me sentí vista y escuchada”, compartió Lillian.

Por desgracia, a principios de 2025 dejaron de recibir ese apoyo abruptamente porque, derivado de la escasez de fondos a nivel global, se recortó casi el 41% del presupuesto de ACNUR en Costa Rica. En consecuencia, de inmediato se suspendieron el asesoramiento legal, los programas de medios de vida, y el apoyo financiero que Lillian y su familia habían estado recibiendo. Cinco socios locales de ACNUR también tuvieron que dejar de operar; así, miles de personas refugiadas y solicitantes de asilo quedaron a la deriva.

La ayuda corre peligro

El alquiler, las compras y los servicios públicos suman USD 400 por mes. Además, se están acumulando las cuotas escolares. En este contexto, Lillian se preocupa nuevamente por el futuro. “Mi hijo quiere ser profesionista aunque tiene apenas once años. Nació en Nicaragua, pero ha crecido aquí. No quiere volver; yo tampoco quiero hacerlo. En Costa Rica hemos aprendido a vivir sin miedo”.

En los últimos años, con ayuda de ACNUR y de sus socios, miles de familias desplazadas en Costa Rica han logrado reconstruir sus vidas porque han recibido educación, asesoramiento legal, apoyo psicosocial y capacitación. Desde 2019, más de 36.500 personas han recibido apoyo económico. Hoy, sin embargo, quienes más apoyo vital necesitan – sobre todo en las áreas apartadas o de alto riesgo – se han quedado sin él debido a la suspensión o drástica reducción de muchos programas.

Mientras tanto, la situación en Nicaragua continúa deteriorándose, de manera que las personas siguen huyendo diariamente hacia Costa Rica.

“Este país ha respondido con compromiso y dignidad, pero los recursos disminuyen a medida que las necesidades se multiplican. Es devastador el impacto que esto está teniendo en las personas (o sea, mujeres, niñas, niños y hombres), quienes no están recibiendo el apoyo que requieren mientras tratan de reconstruir sus vidas aquí”, advirtió Andrés Celis, representante de ACNUR en Costa Rica.

Lillian sueña con ser dueña de una pequeña porción de tierra en la que espera construir un hogar permanente para su familia. Desea que sus hijos se gradúen y prosperen. De momento, se apoya en la comunidad, pero sabe que no todo el mundo ha corrido con la misma suerte. “No todos los vecindarios son como el mío; no todas las personas tienen a alguien que las oriente”, recalcó. “Por eso estoy alzando la voz. Yo he recibido apoyo, pero no solo yo merezco esa oportunidad”.